Gustavo Dudamel

Tal como reseñaron algunos medios de comunicación del planeta, la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar se presentaba hoy a las 7:30 p.m. en el Centro Nacional para las Artes Escénicas (NCPA) de Beijing.

La salida desde mi casa al tan ansiado concierto la tenía planificada a eso de las 5:30 p.m., previendo que en taxi me tomaría cerca de una hora llegar al sitio, sin embargo, entre una cosa y otra, salí de casa por ahí como a las 6:05 p.m. ya un poco estresado, pues se suponía que tenía que estar allá a más tardar las 6:45 p.m. y al salir a la parada de taxis que suele estar colmada de ellos, pues BINGO!, brillaban por su ausencia.

Me acerqué entonces al kiosco de revistas más cercano a comprar una tarjeta de recarga para el teléfono y la señora que me la expendía se tomaba la molestia de hacer la transacción más larga y tediosa de lo que debía ser. Entretanto, a unos cuantos metros de allí, se estacionaba un profesional del volante activando la luz del avisito que gritaba “FOR RENT!!!” mientras se bajaba la recién llegada clienta; era el momento de correr antes de que alguien más se me adelantara. Afortunadamente llegué justo a tiempo, le indiqué al “shifu” (al chofer) a dónde íbamos y la prisa que corría, acto seguido, él murmuró algo de lo cual alcancé a entender que “TOOOODAS LAS CALLES ESTABAN LLENAS DE CARROS”, vamos!, que había un tráfico infernal.

Arrancamos y antes de llegar al primer cruce, le pedí que me llevara a la estación de metro más cercana, acertada decisión. Nos tomaría aún así cerca de 10 minutos llegar a esta. Una vez allí, raudo y veloz me bajé del taxi, tomando antes la precaución de apilar en el asiento: la chaqueta, la bufanda y el par de guantes recién estrenados para no perderlos… Y ya en la calle, haciendo el recuento de las prendas de vestir mientras el auto se alejaba, noté que uno de los rebeldes guantes había decidido independizarse!. No me quedó otra que reírme al recordar cuánto había pagado por el par y dejar que cada cual siguiera su camino.

Ya dentro de la estación, todo bello!, en tan sólo 20 minutos estaba llegando a la meta. Me pareció entre raro y desagradable que en las puertas del NCPA hubiera revendedores de tickets, pues muchos de los que quisimos comprarlos por la vía regular y con suficiente tiempo de antelación, no pudimos, ya que estaban agotados, hecho que asumimos se debía sólo a la DUDAMEL MANÍA.

Menos mal que la Embajada de Venezuela en China nos había facilitado los tickets a prácticamente la totalidad de venezolanos (gracias!) pero uno de los que tenía en mis manos debía dárselo a una amiga que aún no llegaba. Me acerqué entonces a uno de los caballeros de protocolo que estaba en el chequeo de seguridad de la puerta y después de explicarle la situación, le dejo el ticket de mi amiga, obteniendo su número de teléfono (el del chino) por si se presentaba cualquier eventualidad.

Emocionado por saber la experiencia que íbamos a tener en los próximos minutos me reúno con un montón de amigos después de haber superado el cacheo inicial y mientras nos saludábamos efusivamente se abre paso entre ellos una señora china que me extiende la mano y me dice “Salam Alecom!”, yo aún impresionado le estrecho la mano respondiendo “Alecom Salam!”, entre risas y asombro termino de saludar a una amiga y mientras la abrazo le comento rápidamente, “Quien es esa señora?, anda con ustedes?”, a lo que ella responde “No, ni idea!” mientras su esposo (el de mi amiga) caía en cuenta de que las chinas (porque eran dos) ME HABÍAN CONFUNDIDO CON DUDAMEL!… Exploté en una risa histérica, mientras las señoras volvían por la revancha, esta vez pidiéndome tomarse fotos conmigo!… ¿Quién era yo para quitarles su ilusión?… Se turnaron en la pose y se llevaron su buen par de fotos!

Esto sin duda confirma, que así como nosotros solemos ver a los chinos, todos de caras iguales, ellos tampoco pueden identificar con certeza a los extranjeros. Y es que vamos!, lo único en lo que podría parecerme a Dudamel sería en el traje que llevaba puesto y un poco en el peinado, pero aún así, tengo ahora mismo una perilla (barba en el mentón), como 40 Kg. más, los ojos más oscuros que los de él y de paso no entiendo cómo hacer ni interpretar música, mucho menos dirigir… Y es que Dios!, nada más la comparación es una blasfemia!… Perdón MAESTRO por haberte suplantado durante esos, mis tres segundos de tu fama!. jajajajaja!

Entre risas e hipótesis grupales de lo que iban a pensar las señoras minutos más tarde al ver salir al auténtico Gustavo Dudamel al escenario, nos enfilamos a la sala donde tendría lugar el concierto.

Ya sentados y faltando un par de minutos para que comenzara la presentación, un compatriota me acerca su teléfono móvil, era mi amiga Ingrid quien hablaba, comentándome que el señor que guardaba su entrada tenía el teléfono apagado y no había forma de localizarlo, me tocaba entonces correr a resolver este inconveniente ya en el tiempo de descuento y, a sabiendas de que si llegaba a la sala después de que fuera declarado el inicio de la presentación, no me iban a permitir entrar sino hasta el primer descanso.

Sin reparar en que mis músculos estaban fríos y desacostumbrados a actividades sorpresivas de ésta naturaleza, sumado a que además calzaba zapatos de vestir bastante incómodos, inicio la carrera, que no fue muy corta, sólo pensando en que no podía permitir perderme el inicio del concierto.

Llegando a la puerta empiezo a hacerle señas al señor que atesoraba el ticket, indicando también a quién debía ser entregado y gritándole que por favor se lo diera, la gente (china) pensaría aún que… ¿Qué diantres hacía el director de la orquesta pegando gritos como un loco allí, si el concierto estaba por empezar? JEJEJE!

Habiendo visto la resolución del tenso asunto emprendo la vuelta a toda mecha y al llegar de nuevo a la sala, pude entrar sin ningún problema, sin aliento y con un dolor en la rodilla por una mala pisada que me hizo tambalear la pierna durante la carrera, pero qué más!, ya estaba en mi sitio.

Los músicos ocupaban todos sus lugares, acto seguido entraba Gustavo Dudamel al escenario… Grandioso!. Lo colmamos de aplausos y poniéndo de pie a los intérpretes, hizo sonar el himno de la República Popular de China seguido del Venezolano, ESCALOFRIÁNTE!, QUÉ EMOCIÓN TAN GRANDE!.

Nos sentamos todos (menos el director) y se dió inicio al SUBLIME programa:
Ravel – Daphnis y Chloe. Suite No. 2
Castellano – Santa Cruz de Pacairigua
Intermedio
Tschaikowsky – Sinfonía No. 5

La dirección fue vibrante, fuerte, decidida, emotiva, abrumadora, sencillamente única. Partiendo del hecho de que Dudamel no utilizó partitura alguna, conocía y dirigía las piezas con un detalle y precisión impresionantes. Los músicos, derrochadores de destreza y entusiasmo iban a la par del director, demostrando la compenetración que reseñaba Ninoska Cuervo en el artículo de su autoría que leí en la 5ta emisión del Podcast (//estonotienenombre.podoradio.com).

Después de todo el despliegue de genialidad y de los incesantes aplausos, nos remataron mágicamente con el movido Mambo, declarando así el definitivo cierre de la jornada con la presentación de sendos ramos de flores, uno para el director y el otro para el primer violín, quienes como ya es costumbre tuvieron el maravilloso gesto de regalarle flores a las chicas intérpretes.

Qué experiencia tan bella la del día de hoy, que aunada a la oportunidad que tuvimos el pasado martes de estrecharle la mano tanto a Dudamel como al maestro Abreu en la embajada de Venezuela, nos hace sentir aún más orgullosos de que sea nuestro país, nuestra gente, quienes encabecen un movimiento musical planetario como lo están haciendo.

A todos mil bendiciones!

QUE VIVA LA MÚSICA!
QUE VIVA VENEZUELA!
QUE VIVA LA DUDAMEL MANÍA!

Felice

Foto: //www.republicaupdate.com/images/2008/03/03/dudamel.jpg